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a la fuente
Lee hoy: Hechos 17: 1-12
Reflexión:
Por no decir “todos”, diríamos que “la mayoría” de los hijos de Dios escuchamos el evangelio predicado por alguien cuando creímos y nacimos de nuevo, y generalmente lo que comenzamos a aprender de Jesús fue el producto de la predicación bíblica escuchada. El escritor del libro de Hechos de Los Apóstoles narra como Pablo, después de evangelizar en Tesalónica, es enviado por los hermanos cristianos a la ciudad de Berea acompañado de su consiervo Silas. Al llegar allí, se encontraron con una comunidad que tuvo una actitud muy especial frente a la predicación del evangelio y las Escrituras:
“Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica,
pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día
las Escrituras para ver si estas cosas eran así. Así que creyeron
muchos de ellos, y mujeres griegas de distinción, y no pocos
hombres.” (17: 11-12).
La búsqueda esmerada de
la verdad contenida en la Palabra de Dios produce nuevos creyentes y
expansión de la iglesia de Cristo. Gracias doy al Señor porque a
pesar de que no todos fuimos al principio de nuestra fe cristiana
como los creyentes de Berea, Dios dispuso que su Espíritu comenzara
a transformar nuestra manera de pensar y actuar frente al uso de la
Biblia. Hoy día, muchos de mis contemporáneos en la fe y yo, somos
constantes en el estudio bíblico y pacientes para escudriñar las
Escrituras, y el Espíritu Santo nos ha mostrado los tesoros
escondidos de la Palabra de Dios. Hoy animo a mis hermanos en la fe
para que imiten el ejemplo de la iglesia en Berea, pues muchas veces
cuando los predicadores exponemos un mensaje, posiblemente no nos
hacemos entender como creemos o sencillamente no logramos exponer
todas las verdades importantes y concluyentes en una sola
predicación. Es importante que los oyentes vayan directo a la fuente
de la verdad; es necesario que todos los pasajes bíblicos sean
repasados en casa y estudiados mas allá de lo inmediatamente
entendido. Confíen en Dios; El les dará entendimiento por medio de
su Espíritu Santo, y el espíritu de cada uno recibirá iluminación
para crecer en el conocimiento y la gracia de nuestro Señor
Jesucristo. El proceso de entendimiento de las Escrituras es
progresivo, es un ejercicio espiritual que responde a la dedicación
y la confianza en las promesas del Dios Eterno.
“Clama a mí, y yo te
responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no
conoces”
Jeremías 33: 3
“Mas el Consolador,
el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre,
él os enseñará todas
las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.”
Juan 14: 26
Alejandro Gil Sánchez.