La espada del Espíritu (aquí se refiere al Espíritu Santo porque está con "E" mayúscula) es nuestra certera y efectiva arma ofensiva (junto con la oración en el Espíritu) en el "kit" de la lucha espiritual que nos enseña Dios en Efesios 6: 10-18.
Para comprender realmente lo que el apóstol Pablo está enseñando, recordemos cuando el diablo tentó a Jesús una vez El terminó su ayuno de 40 días y 40 noches en el desierto (Mateo 4: 1-11). El diablo le tentó 3 veces y la respuesta de Jesús fue responder con declaraciones de la palabra de Dios. No habló lo que le parecía ni se quedó callado pensando en las Escrituras... las pronunció convencido de su verdad y poder!!
¿Puedes imaginar ese momento? Jesús, Dios encarnado, El creador, El Eterno; abrió su boca para declarar las Escrituras y reprender al diablo y su ataque. Esto nos deja un legado poderoso en nuestra lucha diaria contra las tinieblas. Si Jesús el Hijo de Dios lo hizo, ¿cuanta mas necesidad no tendremos nosotros de hacerlo?
El término griego que se usa para "palabra" en el pasaje de Efesios es "jréma" que significa declaración. Este término se deriva del griego "jréo" que significa "decir o hablar". Por asuntos de tradición y religiosidad que aún persisten en la iglesia cristiana, muchos han interpretado que la espada es la Biblia como tal o el hecho de leerla y aprender los pasajes de memoria. Esto es una verdad incompleta y por lo tanto inefectiva. De nada sirve que ande todo el tiempo con la Biblia debajo del brazo o que memorice pasajes bíblicos si no tengo la fe y la firmeza para abrir mi boca y hablarlos u orarlos cuando tengo que hacerlo.
Ante las dificultades deja de quejarte y no magnifiques más los problemas hablando a favor de ellos con frases como "ahora sí se perdió todo", "este es el fin", "no podré lidiar con esto"; "El Señor me ha dejado solo", y otro sin fin de palabras y frases de fracaso y derrota.
Ponte de pie, abre tu Biblia y habla en voz alta las verdades de Dios que son eternas. Declara Su palabra diariamente hasta que la batalla llegue a su fin. No desmayes, mueve esa espada a toda hora sin parar y te garantizo que verás la gloria de Jesucristo manifestarse.
"porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén,
por medio de nosotros, para la gloria de Dios."
2 Corintios 1: 20
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