Un
creyente responsable
Lee hoy: Gálatas 6:
1-10.
Reflexión:
Debido a nuestra
naturaleza caída y nuestra pasada manera de vivir, aprendimos a
jugar con la culpa y el dedo señalador; usábamos a conveniencia
subjetivos códigos morales y generalmente eramos responsables de lo
bueno que nos sucedía pero “los demás eran culpables” de
nuestros fracasos y errores.
Como
leemos en el texto de hoy; que nadie nos engañe imputándonos culpas
que no son nuestras y que tampoco nadie nos engañe haciéndonos
creer que “nada pasará” si sabemos “hacer bien las cosas”
cuando del pecado se trata. Todo lo que una persona siembre, le
producirá un fruto; para algunos serán bendiciones y para otros
dificultades. No sigamos usando esas viejas mañas del viejo hombre,
del que estaba muerto espiritualmente; seamos sensatos y asumamos la
responsabilidad de lo que estemos enfrentando hoy día, inclusive si
es un fruto presente de pecados cometidos antes de estar en Cristo,
pues algunas situaciones son grandes maquinarias de eventos que
nosotros mismos desencadenamos a causa de la desobediencia a Dios por
nuestra naturaleza pecaminosa. Que el Espíritu Santo refresque
nuestras memorias, pues dijimos muchas necedades (usamos nuestra boca
para maldición, murmuración, mentira, groserías, etc), fuimos
injustos con muchas personas, defraudamos la confianza de alguien,
tomamos lo que no nos correspondía, fuimos infieles al único Dios
verdadero; tal vez nos untamos de las tinieblas con el horóscopo, la
tabla ouija, la lectura del tarot, la magia “blanca” o “negra”,
en fin... Dios es tan lleno de gracia para con nosotros que nos ha
salvado y está limpiándonos día a día para que se cumpla lo que
está escrito:
“Y
estoy seguro de que Dios, quien comenzó la buena obra en ustedes, la
continuará hasta que quede completamente terminada el día que
Cristo Jesús vuelva.”
(Filipenses
1: 6. NTV).
No
sigas buscando culpables por las dificultades actuales, mejor
conéctate con Dios, arrepiéntete de los pecados cometidos y los que
estás cometiendo, y espera que El Eterno te enseñe a vivir
justamente para que todo proceso formativo del Señor para tu vida
cumpla su propósito. Recuerda que recogemos lo que sembramos por que
Dios no puede ser burlado.
Por
otro lado, ten en cuenta que toda buena obra (lo bueno según La
Palabra de Dios) dará un fruto de bendición en tu vida en el tiempo
y a la manera de Dios. No desmayes, haz lo bueno una y otra vez, pues
Dios no es hombre para que mienta ni hijo de hombre para que se
arrepienta.
Señor Jesucristo,
enséñame a ser responsable de mis actos, a amar tu voluntad y a ser
un buscador de bendiciones conforme a las Escrituras. Amén.
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