¿Para
quien vives?
Lee hoy: 2 Corintios 5
http://www.biblegateway.com/passage/?search=2+corintios+5&version=LBLA
Reflexión:
La
pregunta en el título de la reflexión de esta semana es muy
confrontadora, pues cualquier creyente diría, aunque sea por
“decencia religiosa”, que vive para Dios. Los cristianos podemos
fácilmente confundirnos a nosotros mismos y pensar que con el hecho
de cumplir en la iglesia o ser personas de buena conducta, estamos
viviendo para El Señor. Muchos judíos (especialmente los escribas y
fariseos) de la época en que Jesús ejerció su ministerio público
en la tierra, creían que vivían para Dios, pues eran correctos en
cuanto a las leyes morales y religiosas, sabían Las Escrituras y
cumplían con todas las tradiciones; sin embargo nuestro Señor y
Maestro Jesucristo habló con autoridad y confrontó los judíos que
recientemente habían creído en Él diciéndoles:
“Si
Dios fuera vuestro Padre, me amaríais, porque yo salí de Dios y
vine de El, pues no he venido por mi propia iniciativa, sino que El
me
envió. ¿Por qué no entendéis lo que digo? Porque no podéis oír
mi palabra. Sois de vuestro padre el diablo y queréis hacer los
deseos de vuestro padre [...]” Juan
8: 31,42-44
Vivir
para Dios implica obviamente conocer Las Escrituras, pero además
conlleva un compromiso con obedecerlas para complacer a aquel quien
murió y resucitó por la iglesia (los creyentes en Cristo nacidos de
nuevo en espíritu). ¿Qué tanto ocupas tu mente, tus fuerzas y
recursos en Jesús? ¿sientes pasión por el reino de Dios y Su
justicia? ¿te deleitas estudiando La Palabra de Dios? ¿te inquietas
por conocer al Señor Jesús y vivir de manera agradable a Él?
Te
invito a cuestionar tu alma y pedir al Espíritu Santo que te muestre
para quién vives (para ti o para El Señor)... estás a tiempo de
cambiar de rumbo y caminar hacia la vida en abundancia que sólo está
en Cristo.
Señor Jesucristo, que
tu Espíritu Santo me enseñe a vivir para ti. Muéstrame por favor
si hay en mi camino oculto de maldad y vanidad; límpiame y sáname
de la vida centrada en el “yo”, por medio de la llenura de tu
Santo Espíritu. Amén.
Alejandro Gil Sánchez.
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