Creyendo
lo que hablo, hablando lo que creo.
Lee hoy: Hebreos 11: 20-22
Reflexión:
He entendido a la luz de Las Escrituras que una de las
manifestaciones o frutos de una fe genuina es el “lenguaje de fe”.
- ¿A que me refiero con este termino? - sencillamente a la
capacidad (dada por Dios) de hablar mientras creo lo que estoy
hablando; no el hecho de pensar que El Señor tiene poder para hacer,
sino más bien la certeza de que Dios hará aquello que puso en mi
corazón para hablar con fe, esperando que así sea.
Es claro lo que nos enseña el pasaje de hoy, donde leemos que Isaac,
Jacob y José usaron sus palabras para bendecir y declarar sobre
cosas venideras. Como ejemplo de esto, citaré la manera en que Jacob
bendijo a sus nietos (los hijos de José) y a uno de sus hijos
llamado Judá (el padre de la tribu de Judá de donde salió el
Mesías):
“Así que, aquel día,
Jacob bendijo a los muchachos con esta bendición:
«El pueblo de
Israel usará el nombre de ustedes cuando impartan una bendición.
Dirán: “Que Dios los haga tan prósperos como a Efraín y a
Manasés”».
De esta manera, Jacob puso a Efraín antes de
Manasés.”
Génesis
48: 20 (NTV)
“Judá,
tus hermanos te alabarán. Agarrarás a tus enemigos por el cuello.
Todos tus parientes se inclinarán ante ti. Judá, mi hijo, es un
león joven que ha terminado de comerse a su presa. Se agazapa como un león
y se tiende; como una leona, ¿quién se atreverá a despertarlo? El cetro no se apartará
de Judá, ni la vara de mando de sus descendientes,
hasta que venga aquel a
quien le pertenece, aquel a quien todas las naciones honrarán.”
Génesis 49: 8-10 (NTV)
La
Biblia nos enseña que esas palabras las dijo Jacob por fe, no
nacieron fruto de una charla con un profeta o porque un ángel de
Dios le dio la instrucción de parte de Dios. Sencillamente Jacob
habló porque creía en El Poderoso, aquel de quién ya había
recibido bendición en el pasado y se la había manifestado de manera
especial. Cada una de estas palabras dichas con “lenguaje de fe”
se cumplieron y dicho cumplimiento está registrado en Las
Escrituras.
Quien
tiene una fe preciosa y consolidada se expresa de manera especial al
hablar con respecto al presente y al futuro, se abstiene de maldecir
y declarar cosas contrarias a la buena voluntad de Dios, velando por
dar un buen uso a sus labios de manera que los dichos de su boca sean
agradables al Padre Eterno.
No
quiero que se confunda esto con el positivismo y la programación
neurolingüistica. Este lenguaje de fe es propio de los hijos de
Dios, quienes han nacido de nuevo y están llenos del Espíritu
Santo. Las palabras de fe, como su nombre lo indica, son puestas por
Dios en el corazón del creyente que mediante sus experiencias con El
Señor Jesucristo y el crecimiento bíblico, aprende a hablar como
Dios enseña.
Es
un asunto espontáneo que no se puede provocar por medio de
“pensamientos positivos” ni “palabras persuasivas”. Lo único
que podemos hacer para crecer y avanzar en este sentido, es caminar
en El Espíritu
(si no sabe a que me refiero, envíenos un e-mail), lo cual logramos
mejorando la comunión con Dios en adoración y alimentándonos
diligentemente con Su Palabra. Los resultados los producirá el
Espíritu Santo en cada hijo de Dios que anhele ver este fruto
brotando de su interior.
“Así que la fe viene
como resultado de oír el mensaje,
y el mensaje que se oye
es la palabra de Cristo.”
Romanos
10: 17 (NVI)
Ten
por cierto mi querido lector, que mientras camines guiado por el
Espíritu Santo, tu lenguaje de fe brotará espontáneamente y aún
en tus oraciones preguntarás al Señor como hablar con respecto a
determinadas situaciones.
Que
nuestro Señor Jesucristo fortalezca tu fe, cambie tu lenguaje y te
muestre Su poder.
“Escrito está:
«Creí, y por eso hablé.» Con ese mismo espíritu de fe
también nosotros
creemos, y por eso hablamos.”
2 Corintios 4:13 (NVI)
Alejandro Gil Sánchez.
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