Para nadie es un misterio que los hijos generalmente hacen lo que ven hacer a sus padres. Este es un diseño de parte de Dios que opera en el alma (emociones, pensamientos, voluntad) y determina en gran parte la conducta de las personas.
Espiritualmente es igual; estamos diseñados para ser transformados por nuestro Padre Eterno en la medida que nos relacionamos con El y nos hacemos íntimos por medio de la comunión diaria:
"Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta
como en un espejo la gloria del Señor,
somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen,
como por el Espíritu del Señor."
2 Corintios 3:18
Tu espíritu y el mío gozan de la conexión directa con el Espíritu Santo desde el día que creímos el evangelio (Ef 1: 13), y esto permite que nuestros espíritus crezcan bajo el mismo diseño de desarrollo que tiene la conducta: por imitación. Tu y yo somos hijos de Dios así como Jesús, y en vista que El no hace sino lo que ve hacer al Padre, así sucederá en cada uno de nosotros a nivel profundo. Aunque no sintamos nada ni entendamos mucho como funciona, nuestra comunión con Dios activa un proceso de imitación espiritual; tu espíritu y el mío imitan al Espíritu de Dios progresivamente dando cabida al proceso de transformación ya mencionado y el perfeccionamiento por parte de "aquel que comenzó la buena obra en vosotros".
Señor Jesucristo. Enséñame a tener una comunión más profunda contigo y que mi espíritu se sumerja cada vez más profundamente en las aguas de tu Espíritu para que nunca se detenga mi perfeccionamiento en ti.
Amén.
Pr Alejandro Gil Sánchez
mision.sembradores@gmail.com
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