Cuando eres alguien cuyo estado es de "refugiado", no solo recibes una
protección o resguardo (en sentido fisico, político, emocional, etc) sino
también las normas que preservan dicha protección para ti y para los demás que
comparten contigo el refugio. Estas normas son muy importantes porque
garantizan que los esfuerzos por ayudarte y protegerte no sean en vano. Imagina
que buscas un refugio porque estas como extranjero perdido en una ciudad
metropolitana, gigante, llena de peligros y riesgos para un habitante de las
calles. Allí te reciben para darte el techo, el alimento, servicios de salud,
etc. Ten la seguridad que con la bienvenida también te indicaran cosas como no
abrir la puerta, no tocar las pertenencias de los otros refugiados, no salir de
noche solo ni salir de día sin reportar que te vas y para donde te vas; en fin,
muchas cosas debes tener por norma y sujetarte a ellas para que todo salga
bien. Si de casualidad se te ocurre ser un refugiado "a tu manera" y
hacer tu conveniente voluntad, sucederán 2 cosas:
1) Serás presa fácil de los
peligros allá afuera y expondrás a los demás refugiados a lo mismo.
2) Perderás
tu lugar en el refugio y tendrás que valerte por ti mismo hasta el día que
determines volver allí con otra actitud y un sincero compromiso.
Dios no enseña en este pasaje que para decir: "Señor, tu eres mi refugio, en tí descanso y estoy seguro", y ver los resultados, debo hacer de esa oración, una realidad práctica. Si en verdad te estás refugiando en Dios, entonces debe haber evidencia de que obedeces al que te refugia y de que te sujetas a los estatutos del que te protege desde los cielos, porque de lo contrario, sólo verás que haces tu plegaria religiosamente, pero sin resultados, porque en realidad tu atmósfera espiritual es gris e insegura debido a que tu confianza y tu fe, no están en Jesucristo sino en las cosas de este mundo, en tu carne, en tu propia prudencia y capacidad.
Señor Jesucristo. Enséñame a refugiarme genuinamente en ti y líbrame del engaño del espíritu religioso. Sujeto completamente mi ser a tu palabra y declaro que tu gobiernas soberanamente mi vida. Amén.
Pr Alejandro Gil Sánchez.
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