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martes, 14 de octubre de 2014

Proverbios 23. Reflexión Bíblica

Tus pensamientos, tu vida.


Lee hoy: Proverbios 23: 6-7

http://www.biblegateway.com/passage/?search=proverbios+23%3A+6-7&version=RVR1960


Reflexión:

Los actos y palabras de todo ser humano son el producto de sus pensamientos; generalmente dichos pensamientos han sido alimentados por experiencias, lecturas, conversaciones, música, televisión, etc. Podría parecer, en este orden de ideas, que nuestros pensamientos están por fuera de nuestro control por cuanto son alimentados por muchas cosas, pero La Palabra de Dios nos enseña que voluntariamente podemos direccionar nuestra actividad mental y darle un enfoque agradable a Dios. El proverbio de hoy muestra como la maldad está anclada en el corazón del ser humano, se mantiene por los pensamientos y finalmente estos determinan todo un estilo de vida: Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él”.

Transformar nuestros pensamientos demandará que llevemos una vida que permita dar buen alimento al alma (allí residen los pensamientos, las emociones y la voluntad), pues será necesario hacer ajustes con respecto a las lecturas que hacemos, las conversaciones que tenemos, el estilo de música que escuchamos, el tipo de películas que vemos, etc. El alma humana es muy sensible a todas estas cosas y por desconocimiento de los principios bíblicos, erramos estorbando nuestro crecimiento interior al no conducirnos como Dios nos instruye. El Señor de los cielos nos enseña en Su Palabra la siguiente fórmula para un corazón saludable:

Y ahora, amados hermanos, una cosa más para terminar. Concéntrense en todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo bello y todo lo admirable. Piensen en cosas excelentes y dignas de alabanza.” Filipenses 4:8 (NTV)


Señor Jesús. Consagro mis pensamientos a tu voluntad. Oro en tu nombre para que mi corazón se someta a tu Santo Espíritu y cada meditación, palabra y acción, reflejen tu existencia en mi. Te pertenezco Señor Jesucristo; ofrezco mi espíritu, mi alma y mi cuerpo para que sean tus instrumentos. Amén.



Alejandro Gil Sánchez.