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martes, 30 de junio de 2015

La lengua: El timón de la vida. Mensaje #2

Podemos usar nuestras palabras para apagar el fuego de una discusión que comienza, y en ese orden de ideas, necesitamos muchas veces que Dios ponga al frente nuestro personas que nos den respuestas suaves y voces llenas de paz cuando estamos exaltados y a punto de entrar en un episodio de ira.

He probado que esto es cierto, tal vez más como beneficiario de una voz cálida que como pacifista en una discusión, pero doy fe que este texto enseña una verdad muy práctica. El efecto de las palabras es muy poderoso; Dios diseñó a los seres humanos con esta propiedad y la dota de mucho más poder en Su iglesia. Los hijos de Dios debemos creer que el aliento de vida del Señor puede fluir desde nuestras palabras. El Espíritu Santo se moverá a favor de quienes hablen bendición con fe e influyan en las personas que los rodean. El principio de Proverbios 15:1 no solo es aplicable en medio de una discusión, sino también en el caso de alguien que esté en un ambiente "pesado" donde las personas suelen hablar vulgarmente y ofenderse unos a otros con expresiones sarcásticas y llenas de sutil violencia. Decide marcar la diferencia y pide la ayuda del Espíritu Santo; Dios obrará en ti. El Señor quiere preparar a Su pueblo para que la lengua sea un instrumento de bendición y no de maldición. El puede limpiar nuestras palabras si oramos con fe para que esto suceda. 

El profeta Isaías tuvo una experiencia particular que no es exclusiva para unos pocos... Dios puede y quiere una iglesia, un pueblo de palabras llenas de Su paz y poder; El limpia nuestras palabras en la medida que nos acerquemos a su trono, con el fin de que nuestra lengua "trabaje" para la manifestación de su amor y bendición.

"Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas; y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado."
Isaías 6: 6-7

Hay pecado cuando nuestra lengua obedece a los impulsos carnales que se oponen al fruto del Espíritu Santo (Gálatas 5: 22-23). Necesitamos la limpieza y perdón de lo alto para servir a los propósitos de paz y amor del Reino de Dios. Tu lengua y la mía son instrumentos del Señor cuando la consagramos al dominio del Espíritu Santo.

Señor Jesucristo, limpia por favor mis labios para que mis palabras no estén cargadas de pecado (Ira, venganza, resentimiento, amargura, chisme, maldición) sino más bien llenas de tu paz y tu amor. Consagro mi lengua a ti, para que tu Espíritu sea el que la domine dentro de mi y sean abundantes las palabras y respuestas amables con que retrocederán las tinieblas.  Amén.


Pr Alejandro Gil Sánchez