Páginas

lunes, 20 de octubre de 2014

Reflexión Bíblica: Eclesiastés 12.

Al final de la vida
Lee hoy: Eclesiastés 12

http://www.biblegateway.com/passage/?search=Eclesiast%C3%A9s+12&version=LBLA



Reflexión:

El pasado 11 de Abril de 2014 estuve visitando en una UCE (unidad de cuidados especiales) a un conocido cuyo nombre cambiaré por respeto a su memoria; y lo llamaré Saúl. El estaba en malas condiciones generales por varios diagnósticos que amenazaban su vida. Era un hombre de 62 años que hasta hace 2 años tenía un ritmo de vida “normal” y lo último que se imaginaba es que un infarto cardiaco sería el principio de una cadena de eventos patológicos que lo debilitaron, lo postraron y llenaron de incertidumbre sus últimos días. Salomón escribió en Eclesiastés que busquemos a Dios lo más pronto posible (“acuérdate de tu creador en los días de tu juventud”), antes que las cosas se pongan mal, antes que la luz de nuestra vida comience a apagarse... antes que cualquier evento inesperado llegue; y esto es algo que cada persona que ha escuchado el evangelio debería atender.

Saúl esperaba mi visita con alegría, necesitaba la oración y predicación de La Palabra de Dios en su habitación del hospital y gracias al Señor pudimos vernos. Fueron muchos los años que este hombre tuvo para desarrollar una estrecha comunión con El Señor Jesucristo (conocía del evangelio hace muchos años), pero tristemente dejó a Jesús como un adorno mas de su casa... para mirarlo de lejos y pensar algo como “que lindo eres, gracias por estar ahí”. Saúl murió tras vivir 2 años de dolencias y unos incómodos y dolorosos últimos meses, dejando a su familia con muchas preguntas y problemas de fe por haber sido también inconstantes en el camino de Cristo y no conocer verdaderamente a Dios.

En estos casos piensa uno que si la historia hubiese sido distinta (un hombre consagrado a Jesucristo y buscando primeramente el Reino de Dios y su justicia) los últimos días de Saúl habrían sido victoriosos, llenos de certeza y propósito, con gozo sobrenatural del Espíritu Santo y quizás con esperanza de una prórroga de sus días como le sucedió al Rey Ezequías:

En aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte. Y vino a él el profeta Isaías hijo de Amoz, y le dijo: Jehová dice así: Ordena tu casa, porque morirás, y no vivirás. Entonces él volvió su rostro a la pared, y oró a Jehová y dijo: Te ruego, oh Jehová, te ruego que hagas memoria de que he andado delante de ti en verdad y con íntegro corazón, y que he hecho las cosas que te agradan. Y lloró Ezequías con gran lloro. Y antes que Isaías saliese hasta la mitad del patio, vino palabra de Jehová a Isaías, diciendo: Vuelve, y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano; al tercer día subirás a la casa de Jehová.”   2 Reyes 20: 1-5

Hoy pienso en esta situación y recuerdo ese pasaje que un día recibí en una predicación y me inspiró para vivir fielmente a Dios, con la esperanza de poder celebrar conscientemente la víspera de mi muerte:

porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.”   2 Timoteo 4: 6-8

Para vivir con esta certeza y llegar al final de la vida terrenal con gozo, debemos hacer caso a lo que Salomón escribió tras vivirlo todo, tenerlo todo y experimentarlo todo:

La conclusión, cuando todo se ha oído, es ésta: teme a Dios y guarda sus mandamientos, porque esto concierne a toda persona. Porque Dios traerá toda obra a juicio, junto con todo lo oculto, sea bueno o sea malo.”   Eclesiastés 12: 13-14


Señor Jesucristo, ayúdanos a entender que en este peregrinaje terrenal, antes de encontramos contigo en el cielo, debemos anhelar más que todo estar en tu presencia, vivir para complacerte y creer que todo lo demás será añadido, para que no perdamos tiempo y nuestra vida sea realmente abundante.   Amén.


Alejandro Gil Sánchez.

No hay comentarios: